quienes eran los cátaros en occitania

Quiénes eran los cátaros

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Quiénes eran los cátaros

El exterminio de los hombres buenos y el fin de la civilización occitana

Índice

(clicable)

Introducción

quienes eran los cátaros en occitania
Cruz occitana

A lo largo del s. XII se desarrolló en tierras occitanas (Midi francés), lugar de encuentro de culturas, uno de los movimientos socioculturales más importantes que haya conocido Europa: el catarismo.

Los cátaros, cristianos, predicaron la pureza del espíritu, la renuncia a los bienes materiales, la convivencia pacífica y la crítica a una Iglesia católica que hacía lo contrario de lo que predicaba.

Ante la “amenaza” que representaba el catarismo, la Iglesia de Roma, con el papa Innocent III a la cabeza, ordenó en 1208 perseguir y exterminar a los cátaros. Desde la masacre de Béziers (julio 1209), donde murieron más de 20.000 personas en un solo día, hasta la caída de Quéribus (1255), los cátaros fueron exterminados sin apenas dejar rastro.

Este artículo analiza y explica el desarrollo de la cultura cátara, al tiempo que describe su extermino, perpetrado por Simon de Montfort, responsable militar, y Arnaud-Amaury, director espiritual. Ambos cometieron una sucesión de crímenes sin precedentes, hasta entonces, en la historia de Europa.

La cruzada contra los cátaros es una pesadilla de la historia medieval que sometió hasta la destrucción total no sólo a las poblaciones de Occitania, sino también a las personas amantes de la libertad de expresión, la tolerancia, el respeto y la paz.

Si quieres conocer in situ el país dónde todo ésto sucedió, no esperes más y reserva nuestra ruta de los cátaros (trekking de 11 días).

Marco religioso y social en la Edad Media

quienes eran los hombres buenos | Occitania
Bendición de una mirtra. Pontifical de Guillermo Durando. A.: Ángel Pazos-López. Base de datos digital de Iconografía Medieval. Univ. Complutense de Madrid.

En la Edad Media, el hombre trabaja, reza o combate. Todo lo que le rodea (arte, política, cultura, sociedad, vida, muerte, etc.) lo percibe desde un punto de vista religioso.

La distinción entre política y religión es, en la Europa medieval, inexistente, tal como sucede hoy en día en algunos países islámicos.

El universo mental de los hombres y mujeres de la edad media está atrapado y circunscrito a la religión católica. Nadie puede escapar a ella.

La mentalidad medieval acepta la “ley natural” que, en resumidas cuentas:

– Concede a nobles y reyes un poder absoluto.
– Otorga a la Iglesia católica la función de definir y controlar esa misma ley natural.

 

El papa de Roma:

– Tiene la potestad de conceder el pasaporte al Cielo o al Infierno (vía la excomulgación), según su criterio único e indiscutible.
– Es el pontífice universal que impone su voluntad a los príncipes y reyes cristianos
– Es el soberano directo de amplios territorios (la mitad de la actual Italia). Eso lo convierte en un gran señor feudal.

Anticlericalismo

Cruz en el camino | Hombres buenos | Ruta de los cátaros en Francia

Durante el s. XI muchos clérigos y laicos sufren una angustia existencial: sienten que han perdido a Dios, el cual parece haberse alejado del mundo que creó.

Para poder reencontrarse con él consideran necesario regresar a la pureza original. Por toda Europa “soplan” aires de revuelta social y religiosa. El hambre, la miseria y las epidemias son consideradas penitencias divinas, y se piensa que el clero es el único responsable de todas estas desgracias.

La jerarquía eclesiástica está más preocupada por recolectar impuestos y mantener su alto nivel de vida que de vivir de caridad y humildemente, tal como rezan los Evangelios.

A pesar de los innumerables esfuerzos de muchos monjes, y de su vida humilde, la Iglesia de Roma no puede evitar un anticlericalismo violento y creciente (iglesias saqueadas, crucifijos quemados, ataques verbales a curas, etc.).

El desprestigio de la Iglesia católica es enorme debido a:

⇒ un excesivo interés por acaparar bienes y territorios
⇒ los papas y sus ministros nadan en la abundancia
⇒ los papas promueven y dirigen guerras
⇒ los papas se entrometen en asuntos políticos

 

La gente con fe se rebela y empieza a explorar caminos que están fuera del catolicismo, es decir, doctrinas que no aceptan los dogmas de la Iglesia católica.

Las nuevas corrientes religiosas traducen el Evangelio al idioma del pueblo, dejando el latín para la Iglesia de Roma. Ésta considera intolerable que personas “no autorizadas” traduzcan la Biblia y usurpen a sus clérigos el monopolio de la interpretación y predicación de las Santas Escrituras.

La gente deja de percibir a la Iglesia católica como digna heredera del mensaje de amor y caridad de los Apóstoles.

Entre las nuevas corrientes religiosas que aparecen podemos citar a los Baldeses, los Pobres de Dios o los Pobres de Lyon. Desde el punto de vista doctrinal no eran herejes. Sin embargo, y debido a su anticlericalismo, en 1184 Roma declara que todas estas doctrinas son “heréticas”.

Sociedad, arte y cultura

Peyrepertuse | Refugio de cátaros
Castillo de Peyrepertuse

Entre finales del s. XII y principios del s. XIII, apareció en la sociedad medieval un clima de libertad, un ambiente de cierta tolerancia, así como un auge de la burguesía y, con él, la eclosión del intercambio comercial.

La burguesía la formaban los diferentes gremios de las ciudades (jueces, tejedores, herreros, etc.). Gozó pronto de grandes libertades debido al influyente papel socioeconómico que jugó dentro de las villas, especialmente en las bastides.

En el campo de las artes, el apogeo del románico (s. XII) y el desarrollo del gótico, como un estilo mucho más “abierto”, son pruebas del cambio que se estaba produciendo en la Europa occidental.

Marco geopolítico en la Occitania de la Edad Media

Occitania en la Edad Media
Francia a finales del s. XII. Haz clic sobre la imágen para ver una versión más ampliada del mapa

Después de la desaparición del Imperio carolingio (s. IX-X), Europa occidental se convirtió en un grupúsculo de territorios con gran autonomía (condados, vizcondados, ducados), en los que los poderes feudales (condes, vizcondes, duques, obispos, marqueses) eran los únicos propietarios.

Las monarquías (reyes), en cambio, se veían obligadas a pactar con tales señores, debido a que, en la mayoría de las ocasiones, las fuerzas del rey estaban en inferioridad respecto a los ejércitos feudales.

En los albores del s. XIII, el reparto de poderes feudales en el espacio occitano era:

→ Al oeste, tocando el océano atlántico, los ingleses poseían una parte de Aquitaine y la Gascogne.
→ En el centro, el condado de Toulouse, vasallo del rey de Francia, pero con una gran autonomía. Comprendía la otra parte de Aquitaine, y la mayor parte del Languedoc.
→ El dominio de la corona de Aragón, que se extendía sobre la Provence, la parte restante del Languedoc (Béziers, Albi y Carcassonne) y algunos condados y vizcondados de la cara norte del Pirineo: Bearn, Bigorre, Comminges, Foix, Rosselló y Narbonne.

 

Esta distribución era fruto de dos siglos de guerras y disputas, motivadas por el interés

      • De los condes de Toulouse y los de Barcelona por conseguir la hegemonía sobre el Languedoc y la Provence.
      • De la corona francesa por dominar el condado de Toulouse.
      • De la monarquía inglesa por hacer valer sus derechos sobre Aquitaine.

Pere II, rey de Aragón y conde de Barcelona, quería “crecer” hacia Occitania, ya que sus antepasados eran originarios de Carcassonne. Pero Roma veía con desconfianza el proyecto catalano-aragonés.

Casas feudales en territorio occitano

[ Haz clic sobre el mapa para ampliarlo ]

Condados en la Occitania de la Edad Media
Espacio occitano antes de la cruzada

Condes de Toulouse

A pesar de ser bastante independientes, mantenían relaciones de vasallaje con todos los reinos vecinos: ingleses, franceses, alemanes y catalano-aragoneses. Los territorios del condado de Toulouse superaban en extensión a los de la corona francesa.

En concreto, el Agenais, el Quercy, el Rouergue y el Vivarais dependían directamente del conde de Toulouse. Éste era también duque de Narbonne y conde de la Provence, aunque con muy poca influencia sobre estos territorios.

 

Casa Trencavel

Los Trencavel eran vizcondes de Béziers, Albi y Carcassonne, y vasallos de la corona de Aragón. La región del Razès también formaba parte de sus dominios.

 

Condados de Foix, Comminges y Béarn

Todas estas familias estaban emparentadas con señores catalanes del Pirineo. Eran, por tanto, vasallos de la corona de Aragón. El condado de Béarn, aunque no aparece en el mapa, está situado justo al oeste del condado de Comminges.

 

Condados de Millau, Gévaudan y Montpellier

Eran vasallos de la corona de Aragón, aunque en el mapa aparecen como posesiones propias.

 

Vizcondado de Narbonne

Narbonne era sede del arzobispo católico del Languedoc, que consiguió mantener la ciudad fuera de la influencia cátara.

 

Este abanico de casas feudales creó un entramado complejo de dependencias, que se agravó por las continuas rivalidades entre señores.

Bastides

Occitania | quiénes eran los cátaros
Sauveterre-de-Rouergue. [Aveyron]. Ejemplo de bastide

En la Baja Edad Media nacieron las bastides, poblaciones de nueva creación cuyas calles estaban planificadas sobre un diseño de tablero de ajedrez, cortándose en ángulo recto, y estableciendo en su centro la plaza pública con arcadas, a la que se accedía a través de las esquinas. La iglesia estaba en un extremo de la villa, porque a misa sólo se iba los domingos, mientras que al mercado, a diario.

Para el nacimiento de una bastide, se necesitaban dos cosas: terreno (normalmente cedido por la Iglesia católica) y recursos para construirla. De estos últimos se hacía cargo la monarquía (francesa o inglesa), representada por su senescal o por un señor feudal. A cada persona que colaboraba en la construcción se le ofrecía un terreno donde construir su casa y otro para cultivar.

Cada bastida tenía un castillo con su guarnición correspondiente.

Ejemplo de bastide en Occitania
Maqueta de Viala-du-Tarn. [Aveyron]. Ejemplo de bastide

Las bastides nacieron para que los poderes dominantes invasores pudieran asegurar el control y vigilancia de los territorios usurpados a los occitanos. En concreto, en la transición entre la Baja y la Alta Edad Media se crearon en el Midi francés 364 villas nuevas o bastides.

Durante el s. XIII, el término bastide empezó a utilizarse para designar una “villa fortificada”. Alphonse de Poitiers fue el mayor constructor de bastides que se conoce.

Muchas bastides se convirtieron en enclaves de resistencia occitana contra los ejércitos cruzados.

Occitania antes de la cruzada contra los cátaros

Occitania en la Edad Media
Maestra enseñando geometría. Miscelánea escolástica. 1309-1316. A.: Helena Carvajal González. Base de datos digital de iconografía medieval. Univ. Complutense de Madrid

En los condados y vizcondados occitanos floreció la cultura más avanzada de la Europa medieval. Un sólido sustrato grecolatino se asentó en Occitania e impregnó una sociedad que, con el derecho romano en la mano, se organizó y reguló con eficacia.

En el s. XII la sociedad occitana era libre, urbana, culta, refinada, tolerante, receptiva y de espíritu abierto. En definitiva, un sociedad más evolucionada y avanzada que la francesa, o la de otros pueblos del Norte.

En Occitania, además, existía un concepto que no existía en reino francés: el paratge.

El paratge establecía que personas de clases sociales diferentes podían poseer un honor y dignidad comparables. No se trataba de tener los mismos derechos, sino de que todas las personas eran poseedoras de un alma y merecían por tanto el mismo respeto.

En Occitania no existía la servidumbre. Los campesinos podían llegar a ser propietarios de la tierra que trabajaban. Los burgueses podían llegar a ser caballeros. La mujer tenía derecho a poseer un negocio, y su opinión era tenida en cuenta.

tapiz en Puivert | Occitania
Tapiz. Castillo de Puivert

En tierras occitanas la filosofía y otras disciplinas formaban parte de la cultura. Se estudiaban además las lenguas cultas de la época: griego, árabe y hebreo.

Debido a la curiosidad y tolerancia de los occitanos, las nuevas ideas eran bien recibidas e integradas. Cristianos, musulmanes y judíos vivían en armonía. A pesar de las prohibiciones de la Iglesia, algunos judíos ocupaban puestos de responsabilidad y, junto a cristianos y musulmanes, eran profesores en la universidad de Toulouse.

Muchas comunidades judías compartían amistad e intereses comunes con nobles y burgueses.

Existía un gran contraste entre la sociedad occitana y la de sus vecinos del norte, cuyos sentimientos de inferioridad generaran un odio, hábilmente dirigido por Roma, contra el binomio cátaro-occitano.

Los señores occitanos fomentaban y se integraban dentro de los círculos de cultura y arte, en un momento en que la nobleza francesa no sabía ni leer ni escribir.

La Francia rural y feudal se escandalizaba ante la “depravada” modernidad de una nobleza occitana urbana que era tildada de rara, afeminada, frívola y cobarde, por no ser amante de la guerra.

Europa tendrá que esperar 300 años – hasta el Renacimiento – para contemplar un estallido cultural como éste. El filósofo Friedrich Engels escribió que la Occitania del s. XII fue el país más civilizado de aquella época.

Los burgueses y la descentralización

quiénes eran los cátaros | la epopeya cátara
Los burgueses de Calais, de Auguste Rodin

Los burgueses se enriquecieron con el comercio en el Mediterráneo, y estaban muy poco tutelados por el abad o el señor. Como ejemplo, el conde de Toulouse, que gestionaba su condado de manera muy descentralizada.

El burgués occitano, consciente de su libertad, riqueza y fortaleza – a veces más poderoso que el noble – administraba las ciudades, con el cargo de cónsul, pero con el consentimiento del señor.

La gestión de las ciudades occitanas se basaba en un tipo de “democracia” medieval, que contrastaba con la sumisión feudal al rey de los reinos franceses e hispánicos.

El burgués occitano imitaba al noble, podía llegar a convertirse en caballero, y cultivaba el espíritu trovadoresco.

Los trovadores y el amor cortés

Occitania en la Edad Media
La Dama Razón y el Amante. Le Roman de la rose. A.: Mónica Walker Vadillo. Base de datos digital de iconografía medieval. Univ. Complutense de Madrid

En esta época nació en Occitania el amor cortés, una concepción romántica y religiosa del amor. Los trovadores eran sus portavoces y divulgadores.

El amor cortés era considerado como la “relación modélica” entre el caballero y la dama, basada en una original y equilibrada mezcla de valores como la nobleza de espíritu, la gallardía, la generosidad, la lealtad y la elegancia.

La fin d’amor (occitano) era un juego sutil, refinado y galante de exaltación amorosa, de tributo a la belleza y nobleza de la dama. La fin d’amor desembocaba en la joi d’amor, un gozo de erotismo totalizador y difuso, en contacto con la naturaleza, más elevado que el del simple placer sexual por contacto genital.

Los trovadores cantaban a la Mujer y, sobre todo, la respetaban más que nunca.

El trovador era un músico, poeta y gran comunicador ambulante. Era acogido y protegido por los nobles en sus castillos. Los trovadores competían entre ellos, y también con los señores aficionados a la poesía lírica.

Los trovadores auparon la lengua occitana a su nivel más alto.

Las corts d’amor eran auténticos tribunales literarios de damas notorias que recogían las quejas de los enamorados, daban consejos e, incluso, dirimían en conflictos amorosos. Una de las cortes de amor más famosas fue la de Adelaïde de Carcassonne.

Los trovadores también utilizaban sus canciones para hacer sátira de la corrupta, ostentosa y burocratizada Iglesia católica.

La mujer occitana

Quiénes eran los cátaros
Féretros de Aliénor d'Aquitaine y Henri II en la abadía de Fotevraud. A.: Elanor Gamgee

La sociedad occitana era la única de su época en que el papel de la mujer era equiparado al del hombre.

El auge del fenómeno trovadoresco se debió en gran medida al ideal de libertad de la mujer occitana y a la exaltación del amor más auténtico.

Los matrimonios en la nobleza se basaban en intereses políticos, por lo que la mujer occitana sólo podía “desarrollar” el amor auténtico fuera del matrimonio, lo cual no se escondía ni negaba.

La dama más comprometida con los derechos de la mujer, la causa occitana y el mensaje cátaro fue Esclarmonde de Foix. Y antes que ella, Aliénor d’Aquitaine.

Las mujeres fueron las mayores defensoras y partidarias del catarismo. En efecto, si la alta nobleza occitana permaneció católica, sea por convicción o por prudencia, raro fue el conde o vizconde occitano que no tuvo en su familia una mujer cátara (mujer, madre, hija, hermana, sobrina, …).

En el marco de una Europa abierta y culta, marcado por la expansión del catarismo, la mujer perfecta predicaba, y administraba el consolamentum a quienes lo solicitaban; la mayoría de las veces, en los momentos finales de la vida. Como veremos más adelante, el consolamentum era el único sacramento de los cátaros.

El condado de Foix vio nacer muchas mujeres cátaras, entre ellas Eslarmonde de Foix y Philippa de Montcada. Esta última fundó una comunidad cátara reservada para la formación de niñas y el retiro de los perfectos que predicaban la doctrina cátara.

El catarismo

Orígenes

la epopeya cátara en Occitania
Cristo bogomilo. Cementerio cristiano de la iglesia de Les Cassès [Aude]

Los orígenes del catarismo habría que buscarlos en el gnosticismo cristiano (siglos I-IV). A éste le siguieron los mesalianos (siglos IV-VI), los paulicianos (siglos VII-IX, Bulgaria y Armenia) y los bogomilos (aparecen en el s. X en Bulgaria).

El tema es bastante complejo y profundo, por lo este artículo no lo va a tratar.

El catarismo se desarrolló a partir del s. XI en Occitania y otras partes de Europa: Alemania, Flandes, Italia septentrional y central, Inglaterra, le Loire y la Champagne.

Excepto en Alemania, el término “cátaro” que utilizamos hoy en día, entonces era desconocido.

Se piensa que “cátaro” proviene de ketter, “herético” en alemán antiguo. La denominación utilizada para los cátaros variaba según el país: en Francia se les denominaba bougres y albigeois; en Flandes poplicains y piphles; en Inglaterra publicains; en Italia patarins.

La Iglesia de Roma los denominaba “arrianos”, “maniqueos” o simplemente “herejes”.

Pensamiento y religión cátaros

San Juan | Apostol del nuevo Testamento
San Juan Bautista. A.: Helena Carvajal González. Base de datos digital iconográfica medieval. Univ. Complutense de Madrid

Los cátaros eran ante todo cristianos, que basaban sus creencias en el Nuevo Testamento (básicamente en el evangelio de San Juan, el más joven de los apóstoles de Jesucristo).

El catarismo era una religión dualística. El dualismo considera que el universo no es más que una guerra continua entre dos poderes opuestos, el Bien y el Mal, entre Dios y el Demonio, y todo lo que sucede en el mundo es consecuencia de esta guerra.

Para el dualismo, el Demonio es un poder independiente: no ha sido creado por Dios ni está subordinado a él.

El dualismo puede, por tanto, dar una respuesta a la conocida pregunta que mucha gente se ha formulado alguna vez: “¿Por qué a las personas buenas les suceden desgracias?” Pues porque el mundo no está gobernado por un sólo Dios bueno, sino que también hay “suelto” un Demonio que hace de las suyas.

Para los cátaros, el Mal (el mundo de las Tinieblas) estaba representado por todo lo material . En contraposición a este mundo material, existía el reino eterno espiritual, creado por Dios, y totalmente desvinculado del mundo material (el mundo de la Luz).

Las almas humanas procedían del mundo de la Luz, pero cada alma estaba encarcelada en un envoltorio material (el cuerpo humano), que pertenecía al mundo de las Tinieblas. Por tanto, el ser humano tenía una doble naturaleza: su cuerpo, material y corruptible, había sido creado y pertenecía al Diablo; mientras que su alma pertenecía a Dios, al mundo de la Luz.

Los cátaros consideraban que el alma no quedaba automáticamente liberada con la muerte. El alma de los no creyentes sería reencarnada continuamente en otros cuerpos como castigo. Sin embargo, aquellas personas que aplicaran de manera estricta los preceptos evangelistas (paz, justicia, caridad, …), podrían liberar sus almas de los cuerpos en los que estaban atrapadas.

Según los cátaros, la Iglesia cristiana primitiva se corrompió cuando fue reconocida y asumida por el poder, es decir, el emperador romano Constantino.

Puntos clave de la doctrina y vida de los cátaros

Albi sede de un obispado cátaro en Occitania
Albi [Tarn], donde Roma edificó una de las mayores iglesias que se conocen, en señal de victoria y supremacía

Los cátaros eran cristianos, pero la concepción que tenían de Dios, Cristo y las Sagradas Escrituras los alejaba del catolicismo de Roma.

Aspectos de la doctrina cátara en clara oposición con el cristianismo de Roma:

— Para los cátaros, el Bautismo de los recién nacidos, la Eucaristía, la Pasión, la Redención por la fe, la Resurrección, la Encarnación, el Juicio final, y otros dogmas y sacramentos del catolicismo no tenían ningún valor.

— Los cátaros rechazaban la cruz porque consideraban una estupidez venerar el instrumento sobre el que se torturó y humilló al enviado de Dios.
— Los cátaros rechazaban la idea de un Dios único en forma de persona, creador de todo, del hombre y de su libre albedrío.
— Para los cátaros el Hombre NO era por naturaleza un pecador culpable al que sólo una gracia divina podía salvar.
— Los cátaros rechazaban el Antiguo Testamento.
— Cristo fue un hombre, no el hijo de Dios. Jesús fue un ángel enviado por Dios para enseñar a los hombres el camino de la purificación y la liberación del espíritu. Su muerte habría que interpretarla como un símbolo, pero no como un acto para salvar a la humanidad.
— La redención la debía buscar cada persona en si misma, desarrollando su propio espíritu, es decir, la salvación no se consiguía por la fe sino por la revelación y el conocimiento de uno mismo (principio gnóstico)
— La Iglesia cátara era puramente espiritual: no había culto, ni ritos, ni templos o iglesias.
— Los cátaros más puros (perfectos/as u hombres buenos) eran el vínculo de unión entre los hombres y Dios.
— La Virgen no existía.
— Los cátaros no temían la muerte, puesto que para ellos el Infierno se hallaba en este mundo.

 

Otros preceptos clave del catarismo:

→ En cuanto al cosmos, el catarismo era la única religión que admitía la existencia y la importancia del azar absoluto y del caos. Por tanto, el mensaje cátaro era, a la vez, filosofía y metafísica, religión y culto.

→ La doctrina cátara se podía resumir en tres principios:

→ Ama al prójimo como a ti mismo.
→ No causes el mal ni mates a personas o animales.
→ Cultiva el espíritu hasta conseguir que tu alma abandone tu cuerpo (en el momento de la muerte y sin lamentarlo).

Estructura y características de la Iglesia cátara

quiénes eran los cátaros | la epopeya cátara en Occitania
Estela discoidal cátara. Fanjeaux [Aude]. A.: Juan Emilio Prades Bel

Los cátaros se dividían jerárquicamente, en sentido ascendente, en:

Creyentes.
Perfectos/as.
Diáconos.
Hijo mayor e hijo menor. Dependientes ambos de un obispo.
Obispos. Máxima autoridad dentro de su obispado.

La Iglesia cátara no tenía un jefe supremo (papa), como pasa en la Iglesia católica.

 

Obispos y diáconos cátaros

Constituían la jerarquía de la Iglesia cátara. Su gobierno se repartió entre 5 obispados: 4 (Toulouse, Albi, Agen y Carcassonne, ) fueron creados en 1167 , en el concilio cátaro de Saint-Félix-Lauragais, y el último (Razès) en 1226.

Al obispo cátaro le ayudaban su hijo mayor, su hijo menor y varios diáconos. Por debajo de todos ellos estaban los perfectos o perfectas.

Los perfectos cátaros

Los perfectos/as eran los encargados de predicar el catarismo entre los fieles. Podían ser tanto hombres como mujeres, porque a diferencia de la Iglesia de Roma, el catarismo no consideraba a las mujeres seres inferiores.

En época cátara, los perfectos eran denominados hombres buenos o mujeres buenas. El término “perfecto” utilizado actualmente fue acuñado por la Inquisición, que los denominaba hereticus perfectus, es decir, hereje total, absoluto, realizado.

Para llegar a ser perfecto/a, el simple creyente debía seguir una formación de 3 años y recibir después el consolamentum de otro perfecto.

Los perfectos se consideraban los únicos representantes de la verdadera religión cristiana. Practicaban un ascetismo extremo. Los preceptos que se enumeran a continuación también eran de aplicación para la jerarquía de la Iglesia cátara:

— Abstinencia sexual: procrear representaba crear una nueva envoltura carnal, cárcel del alma. No obstante, el catarismo aceptaba como perfectos a personas mayores que hubiesen engendrado una familia en su juventud (p. ej. Esclarmonde de Foix).

Cabe decir que el catarismo aceptaba la reproducción entre los simples creyentes.

Prohibición de matar: los perfectos/as consideraban que cada cuerpo, humano o animal, albergaba un alma en espera de su salvación. Por ello, no comían carne o cualquier otro alimento de origen animal. Sin embargo, sí que comían animales de sangre fría, como el pescado, que en aquel entonces no era considerado un animal. Los ayunos eran frecuentes entre los perfectos/as.

Prohibición de jurar o mentir. ¡Os podéis imaginar las consecuencias de esto último durante los interrogatorios de la Inquisición!

— Evitaban la envidia, el enfado, los celos y cualquier vicio.

Rechazo absoluto de la violencia. Ninguno hombre bueno cogió nunca un arma para defenderse.

— A pesar de llevar una vida de ascetismo estricto, trabajar era obligatorio. Y lo hacían en todo tipo de profesiones. También curaban a los enfermos.

— La única oración que rezaban era el padre nuestro.

No poseían nada.

No exigían nada a nadie (p. ej.: los creyentes no debían pagar diezmos).

 

Los creyentes cátaros

Debían asistir a la predicación de los perfectos/as, y mostrarles respecto si se cruzaban en su camino. Este respeto se manifestaba mediante el melioramentum: tres inclinaciones hasta llegar al suelo mientras se rogaba al perfecto su bendición.

Ritual y predicación cátaros

Occitania en la Edad Media
Ángeles. A.: Irene González Hernando. Base de datos digital de Iconografía medieval. Univ. Complutenese de Madrid

La Iglesia cátara disponía de una red de centros comunitarios de acogida (maisons). Las maisons eran casas-refugio donde mujeres de cualquier edad y condición vivían, trabajaban y se formaban, sobre todo en el arte de tejer.

Las maisons eran autosuficientes económicamente. Vivían de los productos que confeccionaban. Esto contrasta mucho con la situación de las monjas en los conventos.

Los perfectos viajaban continuamente por Occitania, en parejas, vestidos de negro, predicando los Evangelios. Las reuniones con creyentes podían hacerse al aire libre, en una casa particular, o en una maison.

Los perfectos/as eran personas muy cultas y preparadas, con un conocimiento exhaustivo del Nuevo Testamento. Por ese motivo, cuando predicaban eran escuchados/as con respeto y admiración.

El dinero obtenido de donaciones y del trabajo de la comunidad servía para financiar la predicación, y la puesta en marcha y mantenimiento de las maisons.

Ceremonias del ritual cátaro

La Iglesia cátara en Occitania
Las Mujeres Santas en la tumba vacía de Jesucristo. Nuevo testamento. Manuscrito armenio, s. XIII

La oración dominical

Era el mensaje de salvación que, a través de la palabra, transmitían los perfectos a los miembros de la comunidad, los domingos, día de descanso obligado para los cátaros.

 

El oficio o apparelliamentum

Era una liturgia de penitencia colectiva administrada por el diácono durante su visita mensual a la comunidad.

 

El consolamentum.

Se trataba del bautismo espiritual, el único sacramento practicado por los cátaros.

Era una imposición de manos mediante la cual el aspirante a perfecto/a recibía el Espíritu Santo que le comunicaba la verdadera naturaleza divina de su alma, y le abría el camino de la introspección (gnosis), que hacía de él/ella un ser “despierto”, apto para poder liberar su alma del cuerpo a través de una vida ascética.

A los que iban a morir les aplicaban el consolamentum de los muertos, que no tiene nada que ver con el que hemos comentado antes. Este último se administraba a los creyentes antes de morir.

Solamente los pefectos/as o la jerarquía eclesiástica (obispos, diáconos, …) podían aplicar el consolamentum. La ceremonia se acababa con un abrazo fraternal entre todos los creyentes allí presentes.

 

Los cátaros celebraban sus cenas según los preceptos de la Iglesia cristiana primitiva (la que funcionó antes del emperador romano Constantino el Grande): compartían entre todos el pan y la comida.

Conclusión

quiénes eran los cátaros
Memorial eregido en 2011 en Les Cassès (Lauragais). Conmemora los 800 años del asesinato de 60-96 perfectos a manos de Simon de Montfort. A.: Agloforto

Los perfectos fueron respetados y queridos. Su vida ejemplar fue la clave del éxito del catarismo, así como la proximidad en el trato con la gente.

Es difícil estimar el número de cátaros que hubo en Occitania. Algunos autores hablan del 10-15% de la población. Otros del 50%.

El dualismo no desapareció a pesar de la extinción del catarismo. Las principales religiones monoteístas (existencia de un solo Dios), es decir, cristianismo, judaísmo e islam, incorporaron muchas creencias y prácticas dualistas. Por ejemplo, muchos cristianos, musulmanes y judíos creen en la existencia de un Demonio, totalmente independiente, que lucha contra Dios, y crea el caos sin permiso de este último.

¿Cómo un monoteísta puede incorporar una creencia dualística como esa, que ni siquiera figura en el Antiguo Testamento? No tiene lógica. El hombre es capaz de creer en conceptos contradictorios.

Por último, también muchos cristianos, musulmanes y judíos creen que Dios necesita de nuestra ayuda en su lucha contra el Demonio, lo cual ha provocado, entre otras desgracias, las cruzadas y la yihad islámica.

Eclosión del catarismo en Occitania

Queribus refugio de cátaros en Occitania
Castillo de Quéribus, última fortaleza occitana en caer en manos francesas

La falta de cohesión entre los diferentes estados feudales que componían Occitania, en definitiva, la dispersión de poderes, favoreció la implantación del catarismo. Pero al mismo tiempo impidió la unión de fuerzas necesaria para hacer frente a la cruzada que se avecinaba.

El mal ejemplo que daban los clérigos despertó antipatía y hostilidad entre la sociedad occitana que, a pesar de todo, se veía obligada a continuar pagando diezmos y tributos arbitrarios a la Iglesia católica, cuyos recaudadores habitaban en la lejana Roma.

La Iglesia cátara representaba una corriente espiritual y filosófica de renovación evangélica que, más tolerante y evolucionada que el catolicismo de la época, se adaptaba mejor a la sociedad occitana, más pragmática y desarrollada.

La Biblia
La Biblia de Lutero. 1534. A.: Torsten Schleese

A los grandes señores occitanos les venía bien una religión que suprimía el poder temporal de la Iglesia y su capacidad de señor feudal.

Casi todos los nobles y caballeros occitanos, católicos o creyentes cátaros, acogieron en sus castillos a perfectos, llegando incluso a encargarles de la educación de sus hijos.

Los burgueses occitanos también acogieron con simpatía el catarismo, porque éste no condenaba las actividades mercantiles y financieras (como hacía la Iglesia católica), sino que incluso las favorecía.

En el dualismo, el mundo de los artesanos y comerciantes representaba el Bien, en contraposición a los derechos y privilegios feudales, que representaban el Mal.

Sin embargo, es en el pueblo llano donde el catarismo tuvo más aceptación, porque promovía el regreso a los valores del cristianismo primitivo, en un lenguaje comprensible y espiritual, muy diferente al empleado por la Iglesia de Roma.

En 1167 se celebró en Saint-Félix-de-Caraman el primer concilio cátaro, que sirvió para la creación de los primeros 4 obispados. Las sedes de los nuevos obispos cátaros no se establecieron en las ciudades para evitar la proximidad con las sedes episcopales católicas.

En 1185, los cátaros tradujeron al occitano gran parte de la Biblia.

Se calcula una implantación del catarismo del 30%-50% en villas y pueblos, y del 10% en las ciudades.

Reacción de la Iglesia

Predicador contra el catarismo
Detalle de la apareción de la Virgen a saint Bernard de Clairvaux. AA.: Herbert González y Paula Espinoso. Base de datos digital de iconografía medieval. Univ. Complutense de Madrid

¿Qué hizo la Iglesia de Roma al comprobar que perdía su autoridad sobre el pueblo, al ver que sus bienes eran expoliados? En un principio, trató de convencer.

En 1145, el papa Alexandre III envió a Saint Bernard de Clairvaux a Albi para predicar y combatir el catarismo. Saint Bernard fracasó por la decidida intervención de Roger II Trencavel. Con ello la Iglesia tuvo ocasión de comprobar el éxito que el catarismo había alcanzado en las ricas y cultas tierras occitanas.

En 1165 tuvo lugar el coloquio de Lombers, entre católicos y cátaros, donde se debatió sobre ambas doctrinas.

En Roma, durante el III concilio católico de Latran (1179), el papa Alexandre III excomulgó a todos los señores occitanos por dar soporte al catarismo. Alexandre también ordenó a Saint Bernard de Clairvaux iniciar una cruzada contra los cátaros.

Saint Bernard, al mando de un ejército de voluntarios y mercenarios, sitió Lavaur. Roger II Trencavel no era presente. Sin embargo, consiguió negociar el levantamiento del sitio a cambio de interrumpir su apoyo a los cátaros. Esta “sumisión” tranquilizó a la Iglesia durante un tiempo.

En 1204, Pere II, rey de Aragón, organizó en Carcassonne un coloquio entre cátaros, católicos y baldeses con el fin de mitigar el creciente enfrentamiento entre iglesias cristianas. Por parte cátara asistió Bernard de Simorre, mientras que por parte católica estuvieron presentes Pierre de Castelnau y Raoul de Fontfroide.

Predicador contra los hombres buenos
Modos de orar de santo Domingo. A.: Diana Lucía Gómez-Chacón. Base de datos digital de iconografía medieval. Univ. Complutense de Madrid

En 1205, santo Domingo vino de España a predicar contra los cátaros, e intentó hacerlos “entrar en razón”. Viviendo humildemente como los perfectos, copiándolos en definitiva, recorrió el Razès y la región de Carcassonne, y participó en acalorados debates entre católicos y cátaros, donde los cristianos intentaron convencer a los cátaros de que «estaban equivocados». Dos perfectos cátaros destacan en esas reuniones: Guilhabert de Castres y Benoît de Termes. En 1208 santo Domingo reconoció el fracaso de su viaje.

El papa empezó a inquietarse. Amenazó varias veces al Raymond VI, conde de Toulouse, sin resultado. Los argumentos teológicos y los milagros no servían para “convertir” a los cátaros.

La vía del diálogo entre iglesias, preconizada por el rey Pere II, y la de los debates religiosos, promovida por santo Domingo, también fracasaron.

Monje | hombres buenos | Occitania
Asesinato de Pierre de Castelnau

En 1205 Pierre de Castelnau predicó contra el catarismo en Occitania. Desmoralizado por el poco éxito obtenido, manifestó al papa Innocent III su deseo de retirarse a un convento. La respuesta del papa fue explícita y escueta: “La acción vale más que la contemplación”. Frase lapidaria, inaceptable para alguien que está al frente de una religión. A partir de entonces todo era válido para eliminar la “herejía” del territorio occitano.

En 1206 se celebró en el castillo de Servian un coloquio entre los obispos cátaros Guillaume de Nevers y Bernard de Simorre, por un lado, y Domingo de Guzmán por el otro.

En 1207, un nuevo coloquio tuvo lugar, esta vez en Pamiers, siendo la anfitriona Esclarmonde de Foix, que fue menospreciada por uno de los clérigos asistentes.

A continuación, el papa sustituyó a todas las autoridades eclesiásticas de Occitania – arzobispos de Toulouse, Narbonne y Béziers – por considerarlas demasiado condescendientes con el catarismo.

El rey Philippe Auguste observaba con recelo el creciente poderío del conde de Toulouse, Raymond VI, emparentado con las potentes coronas de Aragón y de Inglaterra.

En enero de 1208, Pierre de Castelnau, residente en la abadía de Fontfroide, convenció al papa Innocent III para que excomulgase a Raymond VI.

Asesinato de Pierre de Castelnau

Exterminador de la Iglesia cátara
Innocent III pasa sus Sermones a su legado Arnaud-Amaury. Primera mitad del siglo XIII. Manuscrito XXIII F. 144, fol. 4v., Biblioteca Nacional de la República Checa

Todo cambió el 16 de febrero de 1208. De regreso de Toulouse, Pierre de Castelnau fue asesinado en Saint-Gilles-du-Gard, . La Iglesia consideró a Raymond VI responsable del crimen. Muchos historiadores consideran que el papa, o el rey de Francia, fueron los instigadores de aquel crimen, dado los beneficios que les podía reportar.

Los cátaros no tenían nada que ver con este asesinato, pero al papa hizo una llamada a toda la cristiandad para que tomasen las armas contra “los herejes”. Todas las personas que formasen parte de la nueva cruzada recibirían a cambio:

• el perdón divino
• la remisión de todos los pecados que hubiesen cometido antes y durante la cruzada

• la expiación de las penitencias
• una plaza segura en el cielo
• y todo el botín de guerra que pudiesen capturar.

 

El papa Inocencio III intentó convencer (sin éxito) a Philippe Auguste para que interviniese. Philippe Auguste, rey de Francia en ese momento, se mantuvo al margen de la cruzada contra los cátaros por diversos motivos:

— Estaba demasiado ocupado guerreando contra los ingleses en la conquista de Aquitaine y la Gascogne.
— Respetaba al conde de Toulouse, Raymond VI, con el que estaba emparentado.
— No quería provocar a Pere II, soberano de la Corona de Aragón, emparentado con Raymond VI, y muy respetado por Roma.

 

Philippe también se negó a enviar a su hijo Louis. Sin embargo, como la medida papal favorecía buena parte de sus ambiciones políticas, autorizó que algunos de sus señores franceses formasen parte de la cruzada. Éstos no dudaron, atraídos por las promesas papales de tierras y riquezas. La suerte estaba echada. Fue el inicio de una represión armada que duró 45 años y que causó más de un millón de muertos. También fue el principio del fin de la cultura occitana.

La cruzada contra los cátaros

Destructor de la civilización occitana
Sello de Simon de Montfort. 1211

Un impresionante ejército (entre 50.000 y 130.000 hombres) se reunió en Lyon a principios de 1208.

Entre ellos se encontraban el duque de Bourgogne, los condes de Nevers y de Saint-Pol, el senescal de Anjou, gran cantidad de prelados, y muchos seguidores y mercenarios, que iban a pie. Entre los señores figuraba Simon de Montfort, originario del valle de Chevreuse (Normandie).

Los enviados papales habían convencido a los cruzados de la nobleza de su causa. El primer objetivo era “extirpar la herejía”. El segundo, oculto y no confeso, era apoderarse de Occitania.

Al mando de la cruzada se encontraba el legado papal, intransigente y cruel, Arnaud-Amaury, abad del monasterio de Cîteaux, miembro de la familia de los vizcondes de Narbonne. Arnaud-Amaury tenía litigios feudales abiertos con las casas de Toulouse y de Carcassonne.

La ley feudal del momento establecía que los cruzados sólo podían intervenir en la cruzada durante un máximo de 40 días.

Protector de cátaros
Raymond VI anuncia en Toulouse la muerte de Montfort (1218). A.: GFDL Nicolas Guérin

Viendo lo que se le caía encima, el 18 de junio de 1209. Raymond VI se reunió con el papa en Saint-Gilles-du-Gard, lugar de nacimiento del conde. Allí aceptó someterse a la Iglesia. Raymond VI fue flagelado y humillado delante de sus representantes. Además apartó a los judíos de los puestos más importantes, entregó a la Iglesia parte de sus fortificaciones y juró perseguir a los cátaros.

Esta humillación no sirvió para nada, puesto que los cruzados se pusieron en marcha el 24 de junio de 1209, descendiendo a lo largo del Rhône, hasta alcanzar Montpellier, feudo de Pere II, donde acamparon.

Además, Raymond VI volvió a ser excomulgado y acabó uniéndose a los cruzados (a los que abandonaría después de la rendición de Carcassonne).

Pensó que con ello podría salvar su condado pero estaba equivocado. El papa era más listo. Ordenó a Arnaud-Amaury no atacar de entrada al conde de Toulouse. Era preferible apoderarse primero de otros feudos occitanos más pequeños (p. ej. el vizcondado de Carcassonne). Ya llegaría el momento en que Raymond VI se quedaría sólo, como finalmente pasó.

La incompetencia de Raymond VI para establecer una única alianza con el resto de señores occitanos (familia Trencavel y conde de Foix, entre otros) propiciaría finalmente su derrota.

Protector de la Iglesia cátara
Los burgueses de Béziers asesinan a su señor, Raymond I Trencavel, abuelo de Raymond-Roger Trencavel, en 1167. Cuadro de Noel Sylvestre (1884)

Volviendo a la cruzada, Raymond-Roger Trencavel, vizconde de Carcassonne, y el conde de Foix viendo claramente la tragedia que se avecinaba, en junio de 1209 cabalgaron hasta Cotlliure para reunirse con Pere II. El rey de Aragón les aconsejó contemporizar y negociar con el legado papal.

Raymond-Roger Trencavel, 25 años, viajó entonces hasta Montpellier para someterse a la Iglesia y jurar su buena fe. Pero como Raymond-Roger protegía a los cátaros y la Iglesia lo sabía, no fue recibido por Arnaud-Amaury.

Entonces Raymond-Roger se dio cuenta de que la única salida era luchar. Alertó a la ciudad de Béziers de la proximidad de los cruzados, les prometió refuerzos, y volvió a su feudo, Carcassonne, para organizar su defensa. Envió a su mujer y a su hijo pequeño al castillo de Foix para ponerlos a salvo.

Al mismo tiempo que el grueso del ejército cruzado descendía a través del Rhône, otro ejército de cruzados entraba en tierras occitanas por el Quercy: ocupó Bigaroque y Gontaut, masacró Tonneins y se apoderó de Casseneuil y Villemur, de donde pudieron escapar los perfectos y perfectas cátaros antes de la rendición.

La masacre de Béziers

masacre en Occitania
La masacre de Béziers. Cuadro de Paul Lehugeur, s. XIX. A.: Tricasse

21 julio 1209. Los cruzados llegaron a las puertas de Béziers. Renaud de Montpeyrou, anterior obispo católico de Béziers, hizo las funciones de intermediario.

Los cruzados prometiron respetar la vida de sus habitantes si eran entregados 222 cátaros notorios. La población católica se negó: consideraban a los cruzados extranjeros que no entendían ni el occitano.

El 22 de julio, por la tarde, un destacamento del ejército occitano intentó abandonar la ciudad, pero fueron rechazados por los mercenarios, que consiguieron entrar en la ciudad, seguidos de todo el ejército cruzado.

A partir de ese momento se desencadenó una de las mayores carnicerías de la historia. Toda la población fue asesinada: católicos, cátaros, clérigos, burgueses, soldados, mujeres, niños. Según relató posteriormente Pierre des Vaux de Cernay, entre 5.000 y 6.000 personas se refugiaron en la iglesia de la Madeleine, pero todas fueron masacradas, incluidos los curas que, cruz en mano, intentaron mediar.

Un narrador alemán dijo que un cruzado preguntó a Arnaud-Amaury “Cómo distinguimos los cátaros de los católicos”, a lo que el segundo contestó “Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos”. ¿Verdad o leyenda?

Arnaud-Amaury escribió a Innocent III “Los nuestros han hecho morir por la espada, poco más o menos, a 20.000 personas”. Béziers tenía entonces alrededor de 12.000 habitantes. Las cifras de aquella masacre hicieron temblar los cimientos de todo el mundo occidental, y de Occitania en paticular.
Sin embargo, Béziers unió a los occitanos. Como ejemplo, los católicos nunca se unieron a la cruzada, y muchos de ellos ayudaron y protegieron a los cátaros.

Más información sobre lo sucedido en Béziers aquí.

El sitio de Carcassonne

en memoria de un protector de la Iglesia cátara
Calle que Carcassone dedicó a su vizconde más aprecidado. A.: Acoma

Seguimos en 1209. Tras Béziers, comenzó el asedio de Carcassonne.

Pere II, rey de Aragón, aliado de Roma por su fe católica, pero también protector de los Trencavel, dejó Barcelona a toda prisa y llegó a Carcassonne para actuar de mediador.

Pere II convenció a Raymond-Roger Trencavel de que debía negociar con los cruzados. Raymond-Roger dejó entonces la negociación en manos de Pere II. El rey de Aragón se reunió con el legado papal, Arnaud-Amaury, que aceptó perdonar sólo a Raymond-Roger y 12 personas más.

Raymond-Roger no estaba de acuerdo con estas condiciones, que representaban abandonar a sus ciudadanos a merced de los cruzados. Pere II, desolado, regresó a Barcelona para continuar la lucha contra los árabes.

Raymond-Roger fue traicionado por la Iglesia. Todo lo sucedido lo encontrarás en Carcassonne.

El nuevo señor de los territorios ocupados

quiénes eran los cátaros
Mirepoix

Tras la muerte de Raymond-Roger, Arnaud-Amaury exigió que algún de los señores que formaban parte de la cruzada tomase posesión de las tierras de los Trencavel. Todos se negaron porque dicho comportamiento incumplía una de las leyes básicas de la caballería (más teniendo en cuenta que Raymond-Roger no había sido excomulgado por la Iglesia). Todos excepto uno: Simon de Montfort.

Simon de Montfort aceptó ser el nuevo “dueño” de los vizcondados de Carcassonne y Béziers. Pero esas tierras eran a su vez feudo de Pere II, conde de Barcelona y rey de Aragón, por lo que Simon viajó en Noviembre de 1209 a Montpellier para entrevistarse con él.

Pere II, no reconoció como vasallo a Simon de Montfort. Además, la mayoría de subditos de Raymond-Roger se negaron a prestar juramento a Montfort.

La muerte de Raymond-Roger causó una fuerte consternación entre la población occitana. Incluso el papa se lamentó de una “muerte innecesaria” en una carta dirigida a Montfort, donde añadió que “alguien” se había extralimitado. Lo que el papa no deja claro es si ese “alguien” era Montfort o su legado, el despiadado Arnaud-Amaury.

La cruzada no se detiene

Bastide en Occitania
Foto tomada bajo la halle de Mirepoix

La matanza de Béziers fue “muy útil” para los cruzados: alrededor de 40 plazas occitanas se rindieron a continuación sin ofrecer resistencia: Castelnaudary, Narbonne, Fanjeaux, Montréal, Limoux, Castres, Lombers, entre otras. Sin embargo, Cabaret resistió, defendida por el caballero occitano
Pierre-Roger de Cabaret.

En el condado de Foix cayeron Mirepoix y Saverdun, entre otras.

Debido a la cuarentena impuesta por las reglas de caballería, en otoño de 1209 la mayoría de cruzados regresaron a sus tierras en el Norte de Francia. Sólo algunos fieles permanecieron junto a Montfort.

En el invierno que siguió, algunas ciudades y villas occitanas (Castres, Lombers, Montréal, …) se sublevaron, perdiendo Montfort la mayoría de sus conquistas.

Muchos cátaros y faidits (señores occitanos que habían perdido su feudo), ante la imposibilidad estos últimos de recuperar sus plazas, se refugiaron en Minerve, y en los castillos de Termes y Cabaret.

En primavera de 1210 Montfort recibió importantes refuerzos, por lo que pudo empezar la reconquista de las plazas perdidas.

Bram – Minerve – Termes

Lugar de encuentro de trovadores
Castillo de Puivert, en la región del Quercorb. Occitania.

Bram fue la siguiente víctima de Montfort. Allí arrancó los ojos a 100 prisioneros y los envió bajo las murallas de Cabaret, que seguía resistiendo.

Después ocupó Rennes-le-Chàteau y Pamiers (en el condado de Foix)

En julio le tocó el turno a Minerve, ciudadela prácticamente inexpugnable por su situación geográfica. Después de su caída, Montfort y la Iglesia quemaron a todos los cátaros que se habían refugiado en la villa: 140 personas.

En julio Montfort comienza el cerco al difícil y estratégico castillo de Termes, que se rindió en noviembre, tras cuatro meses de agotador asedio. Los supervivientes huyeron antes, y Montfort se quedó con las ganas de encender otra hoguera.

En septiembre cayó el castillo de Puivert, pero antes de que finalizase 1210, Lombers y Castres fueron reconquistados por los cruzados.

El concilio de Narbonne. La excomunión definitiva de Raymond VI

Al margen de la Iglesia cátara
Catedral de Saint Just. Narbonne. A.: Thomas Kaffenberger

En enero de 1211, el papa convocó un concilio en Narbonne, al que asistieron el
conde de Toulouse, Pere II, Simon de Montfort, y algunos legados papales y obispos. Estos últimos acusaron a los condes de Toulouse y de Foix de pasividad en la lucha contra los cátaros.

Pere II consiguió una tregua indefinida para su vasallo, el conde de Foix. A cambio, el rey de Aragón se vio obligado a aceptar:

– A Montfort como su vasallo para los vizcondados de Carcassonne y Béziers.
– Que su hijo de 3 años de edad, el futuro rey Jaume I, fuese educado en Carcassonne bajo la “protección” de Montfort.

El clero y Arnaud-Amaury buscaban un pretexto para poder apoderarse “legalmente” del condado de Toulouse. Prometieron a Raymond VI anular la excomunión si aceptaba las siguientes condiciones:

→ Licenciar todas sus tropas.
→ Destruir todos sus castillos.
→ Entregar a los cruzados a todos los cátaros, o sospechosos.
→ Entregar todas sus propiedades a la Iglesia y a Montfort.
→ Formar parte de una cruzada en Tierra Santa.

Evidentemente, Raymond VI no aceptó y abandonó el concilio indignado.

En febrero, Roma renovó la excomunión de Raymond VI, con lo que su condado sería propiedad del primero que lo ocupase (en otras palabras, barra libre para Simon de Montfort).

En marzo cayó Cabaret.

Lavaur

En la primavera de 1211, Simon de Montfort sometió Lavaur, donde encendió la mayor hoguera de la cruzada. La señora de Lavaur, Guiraude de Laurac, fue salvajemente asesinada. Su hermano y sus 80 caballeros fueron ahorcados. Más información en Lavaur.

Después cayó Puylaurens.

La batalla de Castelnaudary

Una oportunidad perdida para aniquilar a los cruzados
El canal du Midi a su paso por Castelnaudary. A.: Aubry Françon

En Castelnaudary, Raymond VI perdió una oportunidad única para acabar con Simon de Montfort. Te lo explicamos aquí.

Después de la caída de Puylaurens, Montfort quemo cátaros en Les Cassès, destruyó Montgey, ocupó Montferrand (donde el hermanastro del conde de Toulouse fue convencido por Montfort para cambiar de bando), ejecutó a la guarnición de Lagrave, conquistó l’Agenais, el Quercy y el Périgord.

En junio de 1211 Montfort llegó a las puertas de Toulouse. Su obispo, Foulques, intentó convencer a los habitantes de que entregar al conde de Toulouse era la mejor opción, pero no resultó. Más información en Toulouse.

Después de levantar el sitio de Toulouse, Simon se dirigió de nuevo a Foix. Ante la imposibilidad de tomar el castillo, arrasó el condado: cultivos, pueblos, etc. El año anterior ya había fracasado en el mismo Foix y en Pamiers. El condado de Foix se le atragantaba al jefe de la cruzada.

Organización del territorio conquistado

Lugar de culto cátaro en Occitania
Ruinas de la iglesia Saint Sauveur. Hautpoul. A.: Tylwyth Eldar

En abril de 1212, cayó Hautpoul, en la montagne Noire. Después le tocó el turno a Moissac, Penne-d’Agenais, etc., etc.

Montfort comenzó a organizar las tierras que había conquistado. Para ello promulgó la substitución de la nobleza occitana por la francesa. Entre los nuevos preceptos figuraba el siguiente: las viudas o herederas de castillos occitanos no podrían casarse con caballeros de “lengua occitana”, pero sí podrán hacerlo con caballeros de “lengua francesa”.

Montfort ya no disimulaba que su objetivo era la conquista y colonización de Occitania, siendo la cruzada contra los cátaros un pretexto perfecto.

En junio consiguió aislar Toulouse, pero la ciudad resistió. Se trataba de la villa mejor fortificada de Occitania.

Infatigable, Montfort siguió conquistando regiones: le pays de Foix, le Cousserans, le Comminges (estas tres últimas en los Pirineos), el Lauragais, l’Albigeois. Consiguió llegar hasta Marmande, en el extremo noroeste del condado de Toulouse.

El concilio de Lavaur

La mayor hoguera de la cruzada contra los cátaros
Lavaur

En enero de 1213, ante la grave situación, Raymond VI pidió ayuda a su cuñado Pere II, rey de Aragón.

Pere II estaba muy bien considerado dentro de la Iglesia de Roma porque, junto a los reyes Alfonso VIII de Castilla y Sancho VII de Navarra, había derrotado a los árabes en la reciente batalla de las Navas de Tolosa (16 julio 1212). Además era el soberano-protector de muchos feudos occitanos.

El 27 de enero Raymond VI, el conde de Foix y el de Comminges rindieron homenaje a Pere II en Toulouse, esperando obtener con ello su protección. Posteriormente, también la condesa de Bigorre y el vizconde de Béarn acabarían abrazando la bandera de Pere II.

El rey Pere II envió entonces un emisario a Roma para quejarse ante el papa de la actuación injusta y arbitraria de su legado, así como de los crímenes y métodos de Simon de Montfort.

Al mismo tiempo, Pere II convocó en Lavaur un concilio al que asistieron Montfort, Arnaud-Amaury, el obispo Foulques y Raymond VI. Allí se ofreció como garante de la buena conducta de los condes occitanos. Sin embargo, y para sorpresa de Pere II, Arnaud-Amaury y Montfort rechazaron todas sus peticiones, lo cual le indignó profundamente.

Ante las quejas de Pere II, el papa reaccionó enviando a Arnaud-Amaury y a Montort sendas cartas de “reprimenda”, donde les exhortaba a devolver las tierras confiscadas. Empezó entonces una guerra diplomática, con cartas y emisarios arriba y abajo. Arnaud-Amaury, desesperado, le dijo al papa que la devolución de las tierras confiscadas en Occitania representaría el fin de la Iglesia católica. El papa dudó y pidió tiempo para reflexionar.

En mayo, el papa tomó partido. Reprochó a Pere II que se hubiese dejado engañar por los condes occitanos, le ordenó que los abandonase y le acusó de haber intentado embaucarlo. La telaraña de alianzas que Pere II había tejido pacientemente con los nobles occitanos asustaba a la Iglesia de Roma. El creciente poderío del rey de Aragón hacia tambalear el eje Roma-París. Roma quería reservar Occitania para Francia, que era su gran aliada en la lucha contra los dos enemigos comunes: los ingleses (la familia Plantagenêt) y los alemanes (Imperio germánico de los Hohenstaufen)

La corona francesa no lo tenía claro. El rey francés no quería provocar a Pere II, llegando a aceptar la creación de un posible estado transfronterizo que incluyese Occitania.

La reacción del papa y sus acusaciones desconcertaron e irritaron a Pere II, que en julio recibió una amenaza de excomulgación por parte del legado papal.

Pere II, en un último intento de salvar la situación, propuso al rey francés casarse con su hija. La propuesta fracasó porque Roma se negó a anular el matrimonio de Pere II con Maria de Montpellier.

Entre el deber como rey o la sumisión a Roma, el rey catalano-aragonés no dudará en ningún momento de sus obligaciones hacia sus vasallos. Pere II invirtió todo su patrimonio para ayudar a los nobles occitanos. La suerte estaba echada.

La batalla de Muret y la muerte del rey de Aragón

La batalla en Occitania que cambio el curso de la historia
Plano de la batalla de Muret.

En septiembre de 1213 Pere II, al mando de un ejército, alcanzó el condado de Toulouse. La gente lo recibió con entusiasmo. Se trataba de la última bala en la recámara. Si ésta fallaba, todo se perdería.

Simon de Montfort disponía de 1.000 caballeros y un puñado de hombres para enfrentarse a una coalición formada por 3.000 caballeros y 40.000 infantes. La diferencia de fuerzas era abismal.

La batalla tuvo lugar en Muret, a 13km de Toulouse, el 13 de septiembre. Contra todo pronóstico, Pere II murió en la batalla, y la coalición occitana fue derrotada. Consulta Muret para conocer los entresijos de la batalla y qué estratagema utilizó Montfort para conseguir la victoria.

La derrota de Muret significó el golpe de gracia para la civilización occitana. Desde el punto de vista francés, la victoria en Muret liberó Occitania de las ambiciones de la corona de Aragón. Sea como fuere, fue una batalla que cambió el curso de la historia de Europa.

Montfort, a pesar de la victoria, no entró militarmente en Toulouse. ¿Quizás mala conciencia de haber matado a un rey católico, vasallo de la Santa Sede?

La estrategia de Roma a partir de ese momento fue poner paz. Por ello, se quitó de en medio a Arnaud-Amaury, y en su lugar puso a Pierre de Bénévent. Pierre, más conciliador, escuchó en Narbonne a todos los que querían hablar con él: el conde de Foix, el de Comminges, el de Toulouse y los cónsules tolosanos, entre otros.

La muerte de Pere II creó un vacío de poder en la corona de Aragón que preocupaba al papa. Éste envió a Pierre de Bénévent a Carcassonne para “rescatar” a Jaume, hijo de Pere II, de 7 años, y ponerlo en manos de los Templarios, que se hicieron cargo de su educación en el castillo de Monzón.

En 1214 el hermanastro del conde de Toulouse, Beaudouin de Toulouse, traidor occitano, fue ahorcado.

En abril de ese año, el rey de Francia envió a su hijo, el príncipe Louis, a Occitania, con objeto de tomar posesión de todos los territorios que Montfort había conquistado, siendo este último nombrado señor de los mismos. Francia había ampliado sus dominios a un coste ridículo.

En julio, Philippe Auguste derrotó en la Batalla de Bouvines a la coalición formada por ingleses, alemanes y flamencos, recuperando con ello Normandie.

IV concilio de Latran

Donde se planeó el exterminio de los cátaros
Latran. A.: Jean-François Capdet

Celebrado en Roma, en 1215, sirvió para “legitimar” al nuevo “propietario” del condado de Toulouse: Simon de Montfort. Los detalles sobre el concilio se detallan a continuación.

11 de noviembre. 2483 personas (412 prelados, 800 abades y priores, 1.000 clérigos y nobles, etc.) se reunieron en el porche de la iglesia de Latran, que entonces se llamaba basílica de Saint-Sauveur.

Por lo que respecta al tema cátaro, el obispo de Toulouse, Foulques, acusó al conde de Foix, Raymond Roger, de haber construido Montségur para acoger herejes.

Por su lado, Raymond Roger ejerció de abogado del conde de Toulouse, Raymond VI, alegando que nada justificaba que Raymond perdiese sus tierras. Innocent III recibió muchas presiones y no sabía qué decisión tomar.

Finalmente, el 30 de noviembre aceptó que Montfort fuese el nuevo y legítimo propietario del condado de Toulouse. No obstante, consiguió que aquellas zonas que Montfort no había conquistado todavía pasasen a ser propiedad de la Iglesia. Luego, Roma podía otorgarlas al hijo de Raymond VI, Raymond le Jeune, “si era digno de ello”.

Para acabar el “reparto del pastel”, la Iglesia se quedó con una parte: el marquesado de Provence, que desde 1209 se había mantenido al margen de la cruzada.

A mediados de diciembre Innocent III recibió en audiencia privada a Raymond VI para bendecirlo. Unos días más tarde le llegó el turno a su hijo, Raymond le Jeune, que con sólo 18 años fue más valiente que su padre, y le espetó al papa que

– no pensaba compartir su condado con un extranjero (Montfort),
– y que recuperaría su condado luchando hasta la muerte.

 

Montfort cabalgó después hasta Paris para rendir homenaje a Philippe Auguste por sus conquistas. Allí fue recibido como un héroe.

Toulouse fue ocupada militarmente por los cruzados. Pero la hostilidad de la población obligó a Montfort y sus hombres a refugiarse en el palacio condal.

Montauban cayó después.

A pesar de que hasta el momento 1.500 perfectos/as cátaros habían sido asesinados, la Iglesia cátara continuaba viva.

La reconquista occitana

Beaucaire, el primer revés para Montfort

El inicio de la reconquista occitana
Castillo de Beaucaire. A.: Véronique Pagnier

Después de 7 años de guerra, y estando Occitania en manos de Montfort, parecía que la cruzada había por fin finalizado. Sin embargo, las decisiones del concilio de Latran provocaron un levantamiento general de la población: los occitanos pidieron el regreso de sus legítimos señores, puesto que no querían ser gobernados por franceses.

A finales de abril de 1216, aprovechando la ausencia de Montfort que estaba en Île-de-France, Raymond VI y su hijo de 19 años, futuro Raymond VII, zarparon de Italia y llegaron a Marsella, donde fueron acogidos como legítimos señores. Les acompañaba el conde de Foix. Consiguieron que muchas ciudades del sur se uniesen a su causa: Saint-Gilles-du-Gard, Avignon, Orange, Nîmes.

Mientras Raymond VI iba en busca de refuerzos a Catalunya y Aragón, su hijo comenzó en mayo el asedio de Beaucaire. La ciudad fue reconquistada el 24 de agosto, lo que despertó una ola de entusiasmo en toda Occitania.

El asedio a Toulouse y la muerte del verdugo

Occitania | jefe cruzada contra los cátaros
Muerte de Simon de Montfort durante el asedio a Toulouse. Grabado de Alphonse-Marie-Adolphe de Neuville (s. XVII).

En septiembre, los habitantes de Toulouse se sublevaron contra el invasor: exigían el regreso de su conde. Montfort volvió a toda prisa a Toulouse. El largo asedio que tuvo que soportar la capital occitana está explicado aquí.

El asedio se interrumpió durante el invierno. Montfort aprevechó la pausa para intentar conquistar el Bigorre. Allí sufrió otro revés: no consiguió someter Lourdes.

El asedio de Toulouse fue largo y violento. El 25 de junio de 1218 una piedra lanzada desde las defensas de Tolouse aplastó la cabeza de Montfort. Todos los detalles aquí.

La muerte de Montfort desinfló a los cruzados, que poco después levantaron el sitio de Toulouse y regresaron a Carcassonne. Su hijo, Amaury, le sucedió.

Se produjo entonces una sublevación general en toda Occitania. Durante los siguientes 8 años, Amaury perdería muchas de las conquistas de su padre.

Ante la amenaza creciente de la reconquista occitana, Amaury de Montfort y el papa Honorious III pidieron ayuda al rey de Francia, Philippe Auguste. Éste autorizó a su hijo, el príncipe Louis, que fuese a Occitania a socorrer a los cruzados.

La intervención del príncipe Louis y la masacre de Marmande

Destructor de Occitania
Louis VIII. A.: François-Séraphin Delpech (1778-1825). Royal Collection.

El 16 de mayo de 1219 un enorme ejército salió de Paris (100.000 soldados según algunas fuentes), llegando a Marmande el 2 o 3 de junio. Amaury de Montfort se unió a ellos en Limoges. Solo disponían de 40 días para reconquistar Occitania.

El 3 de junio Marmande fue masacrada: 5.000 personas fueron asesinadas por las tropas del príncipe Louis y Guy de Montfort.

Después pasaron por Agen y Moissac, llegando finalmente a Toulouse el 17 de junio, que fue de nuevo rodeada. Sin embargo, Toulouse resistió, y el 1 de agosto el sitio fue levantado porque la cuarentena había finalizado. El príncipe Louis regresó entonces a París humillado.

Amaury de Montfort se quedó entonces sólo.

La batalla de Baziège

En la primavera, la victoria de Raymond VII y el conde de Foix sobre los cruzados en Bazièges marcó el inicio de una carrera imparable de éxitos.

Un tiempo para soñar

Destructor de Occitania
Amaury de Montfort. Gallica Digital Library

En 1220, Raymond VII y sus vasallos derrotaron a Amaury de Montfort en Castelnaudary.

Ese mismo año reconquistaron Montauban y Lavaur.

En 1221 Montréal y Limoux fueron recuperados.

En 1222, Amaury de Montfort pidió a Philippe Auguste que fuese el nuevo soberano del condado de Toulouse, pero el rey rechazó la oferta. En junio, Raymond VII pidió al rey francés protección y la soberanía del condado, pero recibió la misma respuesta.

Durante la reconquista occitana también se recuperaron Moissac, Mirepoix, Pamiers, Limoux y Fanjeaux.

Raymond VI murió ese año. Raymond VII le sucedió, pero no fue reconocido conde ni por la Iglesia ni por el rey de Francia.

En 1223 murieron Philippe Auguste, rey de Francia; y Raymond Roger, conde de Foix. Louis VIII sucedió a su padre Philippe; y Roger-Bernard de Foix sucedió a Raymond Roger.

En enero de 1224, Amaury de Montfort, abandonado por el rey de Francia, y después de entregar Carcassonne a los occitanos, decidió regresar a Francia. Renunció al condado de Toulouse, cediendo todos sus derechos sobre Occitania, heredados de su padre, a Louis VIII. Carcassonne acogió con júbilo el regreso de su señor Raymond Trencavel, hijo del vizconde asesinado en 1209.

Después de 14 años de guerra, masacres, crímenes y hogueras, la situación “parecía” que volvía a ser la misma que en 1209. Pero veremos que no fue así.

El concilio cátaro de Pieusse

Celebrado en 1225 (otras fuentes lo datan en 1226) en Pieusse. Fue una muestra de que el catarismo seguía vivo y en activo. En él se creó un nuevo obispado cátaro: el del Razès.

Louis VIII prepara una nueva cruzada

quiénes eran los cátaros
Catedral gótica de Saint Etienne de Bourges. Patrimonio mundial de la UNESCO. A.: Daniel Jolivet

Louis VIII, contrariamente a su padre, sí que estaba interesado en Occitania. Aceptó finalmente la “donación” del condado de Toulouse que le hizo Amaury de Montfort.

Sin embargo, el papa Honorious III no quería más cruzadas porque no le gustaba la idea de que Francia se convirtiese en dueña y señora de Occitania. Louis VIII se enfureció por la decisión papal y renunció a organizar una nueva cruzada. Pero todo se trataba de una estratagema de Honorius III.

En noviembre de 1225 Raymond VII, el conde de Foix, y el vizconde de Béziers se presentaron en el concilio de Bourges para formalizar su reconciliación con la Iglesia, pero fueron excomulgados. La Iglesia sabía que la suerte estaba echada, y que solo era cuestión de tiempo. Roma decidió también que Louis VIII fuese el nuevo “propietario” del condado de Toulouse.

Ante el resurgimiento del catarismo, los obispos del Languedoc presionaron a Honorious III para que cambiase de parecer. Y así sucedió. Su legado, Frangipani, cardenal de Saint-Ange, convenció a Louis VIII para que emprendiese una segunda cruzada contra Occitania.

La cruzada real

Fiel al conde de Toulouse y a Occitania
Puente de Avignon. A.: Gillag

El 30 de junio de 1226 comenzó una nueva cruzada contra Occitania, dirigida esta vez por el rey francés.

Toda la caballería francesa estaba presente. Esta vez no había cuarentenas. El rey venía a “tomar posesión de sus tierras”.

Todas las villas occitanas, cansadas de tanta guerra, se rindieron sin ofrecer resistencia excepto seis: Avignon, Limoux, Labécède-Lauragais, Puylaurens, Saint-Paul-Cap-de-Joux y Toulouse.

Después de ser abandonado por muchos de sus aliados, a Raymond VII solo le acompañaban Roger-Bernard de Foix, Raymond Trencavel y numerosos faidits.

En julio, los burgueses de Avignon negaron la entrada a las tropas reales. Avignon, fiel a Toulouse hasta el final, resistió un asedio de 3 largos meses.

Tras Avignon, comenzó el enésimo sitio de Toulouse, que resistió hasta la firma del tratado de Meaux.

El rey decidió entonces regresar a París. Murió antes de llegar, en l’Auvergne, el 8 de noviembre. Tenía 37 años. Su muerte está todavía sin esclarecer.

Antes de morir le pidió a su senescal Humbert de Beaujeu que continuase con la cruzada. Al morir Louis VIII, su viuda, Blanca de Castilla, se convirtió en reina regente hasta la mayoría de edad del hijo de ambos.

Pero Humbers no era como Louis VIII, y durante 2 años los asesinatos y hogueras se sucedieron.

En 1227, Labécède-Lauragais fue ocupada por las tropas francesas, que masacraron a toda la población.

En verano de 1228 Beaujeu cambió de estrategia ante la imposibilidad de conquistar Toulouse: durante 3 meses quemó campos, cosechas, bosques y huertos para que Toulouse sucumbiese por hambruna. La penuria que se generó fue tal, que la misma Iglesia tuvo que organizar “sopas populares”.

Caballeros occitanos invencibles hasta el momento, como Olivier y Bernard de Termes, se rindieron en noviembre.

El tratado de Meaux (o París)

rey de francia | hombres buenos | Occitania
Blanca de Castilla y Louis IX (s. XIII)

Después de dos años de guerrillas Blanca de Castilla se dio cuenta de que había llegado el momento de negociar y recoger los frutos de la 2ª cruzada. Para firmar la paz, Blanca planteó a Raymond VII una serie de condiciones vejatorias:

• Mi difunto marido, Louis VIII, era el legítimo soberano del condado de Toulouse.
• La única hija de Raymond VII, Jeanne, será nombrada única heredera del condado de Toulouse.

• Raymond VII será el legítimo poseedor del condado, y vasallo de Francia, si casa a Jeanne (en ese momento con 9 años), con mi hijo, Alphonse de Poitiers (también con 9 años de edad), hermano del futuro rey Louis IX.
• Raymond VII se somete totalmente a la Iglesia y al rey de Francia.
• Raymond VII perseguirá la herejía cátara.
• Devolverá todos los bienes confiscados a la Iglesia.
• Desmantelará todas las defensas de Toulouse y de 30 plazas más.
• Entregará casi todos sus castillos.
• Compensará económicamente por los daños causados, intereses incluidos.
• La mitad del condado de Toulouse pasará a la corona francesa.
• Raymond VII irá a las cruzadas en Tierra Santa.
• También pasará un tiempo en prisión.
• La esposa de Raymond VII será expulsada de Toulouse.

 

La 2ª y 3ª cláusulas significaban algo así: cuando Raymond VII muera, Alphonse de Poitiers será el nuevo conde de Toulouse. Cuando le llegue el turno a Alphonse, si no ha tenido descendencia con Jeanne, el condado será anexionado por el reino de Francia. Y así es como realmente sucedió: Jeanne y Alphonse se casaron en 1247, y murieron sin descendencia en 1271.

El 12 de abril de 1229, en Meaux, Raymond VII, con 32 años, no sólo “aceptó” esas condiciones, sino que fue flagelado frente a Notre-Dame, como lo fue su padre en Saint-Gilles en 1209. Durante los siguientes 20 años, Raymond VII sólo pudo ver a su hija en dos breves ocasiones.

Agotado, el vencedor de Montfort, el artífice de la reconquista occitana, firmó la sentencia de muerte del condado de Toulouse y, por ende, de la civilización occitana.

Occitania, consternada, vivió una decena de años de relativa paz. La cruzada real había sometido y esclavizado los cuerpos, pero faltaba someter las almas. De ello se iba a encargar la orden de los dominicos, es decir, la Inquisición.

Con la sumisión de los señores occitanos, el catarismo perdió el apoyo político. Ahora los cátaros estaban solos ante un enemigo que los perseguiría hasta su total aniquilación.

La Inquisición

La lucha contra la Inquisición | Occitania
Bernard-delicieux, monje franciscano que se enfrentó a la Inquisición. Cuadro de Jean-Paul Laurens. A.: Didier Descouens.

Se necesita un artículo entero para dar a conocer bien la Inquisición. Mientras llega el día, y dado el importante papel que jugó en el exterminio del catarismo, estoy obligado a dedicarle un apartado, muy resumido.

Desde que el catolicismo se convirtió en religión oficial del Imperio, en el s. IV, cuando Constantino el Grande era emperador, los pontífices que se fueron sucediendo en el trono de San Pedro tuvieron muy claro que “cualquier método era válido” para erradicar el mínimo brote de herejía.

Exterminio y aniquilación de cátaros
Cámara de torturas de la Inquisición, por Bernard Picard. 1716

Cuando la Iglesia “clasificó” el catarismo como eso mismo, como una herejía, los pontífices, los representantes de Jesucristo en la tierra, se convirtieron en ejecutores del exterminio de esta nueva corriente filosófica y religiosa.

Como veremos a continuación, para la Inquisición sólo existía el sometimiento total, la rendición de la conciencia y del saber de la sociedad. La intolerancia y el miedo eran sus motores de actuación.

El concilio de Latran (noviembre 1215) delegó en los obispos la búsqueda de herejes mediante el interrogatorio (enquête en fracés, inquisitio en latin).

La Inquisición quedó institucionalizada mediante el concilio de Toulouse (convocado por Foulques en noviembre 1229). En él se establecieron, entre otras, las siguientes medidas:

– Se prohíbe la lectura de la Biblia en occitano.
– Los clérigos (curas, obispos, …) de cada ciudad o pueblo se comprometen por juramento a “cazar” a los herejes que allí residan, registrando sus casas si es necesario.
– Los señores occitanos deben denunciar a los cátaros que conozcan.
– Quien de cobijo o ayude a los cátaros perderá todos sus bienes, que serán entregados a su señor.
– Las casas donde se descubran cátaros serán destruidas. Las tierras de su propietario serán confiscadas.
– Si un cátaro abjura de forma espontánea tras haber reconocido su “error”, no podrá seguir viviendo donde lo hacía si el lugar es sospechoso de albergar más herejes. Deberá además llevar dos cruces, una a cada lado del cuerpo, claramente visibles. Para obtener el perdón no bastará con llevar las cruces sino que precisará de cartas de reconciliación otorgadas por el obispo. Por último, estos cátaros serán excluidos de cargos públicos y castigados con incapacidad jurídica hasta que el papa o su legado consideren que la penitencia ha finalizado.
– Los cátaros que no abjuren espontáneamente serán encarcelados por el obispo, para que hagan penitencia en prisión.

 

Los bienes confiscados a un cátaro, se repartían en tres partes iguales: una para el rey, otra para la Iglesia, y la tercera para el delator, al que se mantenía en el anonimato.

A pesar de que los señores occitanos habían entregado las armas, la fe cátara seguía expandiéndose en la clandestinidad.

Exterminio y aniquilación de cátaros
La Inquisición. "Diccionario infernal" de Jacques Collin de Plancy. 1863. A.: Louis Le Breton (1818-1866)

En abril de 1233, el papa Grégoire IX asignó el tribunal de la Inquisición a los dominicos y, subsidiariamente, a los franciscanos, porque los cistercienses no eran muy de fiar para la Iglesia en aquellos menesteres represivos.

Grégoire otorgó a la Inquisición una misión de verdadera “Gestapo”, con poderes ilimitados. Una oleada de persecuciones se lanzó, de nuevo, sobre los tranquilos pueblos y ciudades de Occitania. Después de una cruenta guerra, el terror se apoderó de la región.

A partir de 1234, dos tribunales de la Inquisición se establecieron en Occitania: uno en Toulouse y otro en Carcassonne.

La Inquisición utilizaba el procedimiento de oficio. Éste era secreto y suprimía las garantías de los acusados – no tenían derecho a una defensa y no sabían quienes eran los testigos. La denuncia de uno de estos últimos ante la Inquisición podía servir para determinar la culpabilidad de una persona, es decir, no hacían falta pruebas.

La confesión se convirtió en el arma más poderosa de la Inquisición para “cazar” herejes: destruyó los lazos de solidaridad creados al separar los protectores de cátaros del resto de la población.

Los excesos de los inquisidores fueron de tal magnitud que la propia Iglesia se escandalizó. En Narbonne, Toulouse, Cordes-sur-Ciel, Carcassonne y Albi las revueltas populares contra la Inquisición fueron constantes.

Colaborador de la Inquisición
Philippe IV le Bel. A.: Jean Louis Bezard. 1837. Palacio de Versalles

Por ejemplo, en 1235 la población de Toulouse expulsó a los dominicos.

La impopularidad de la Inquisición provocó su suspensión en 1238, pero reapareció en 1241.

En abril de 1241, la Inquisición quemó en Lavaur casi de 100 personas acusadas de herejía.

Pierre Cellan, antiguo compañero de santo Domingo, se dedicó a la «caza de herejes” en el Quercy entre 1241 y 1242. Durante ese corto espacio de tiempo pronunció 671 condenas, de las cuales 224 fueron contra baldeses.

En mayo de 1242, un comando occitano partió de Montségur y asesinó a dos inquisidores en Avignonet-Lauragais.

Entre 1240 y 1244, el inquisidor del tribunal de Carcassonne, Ferrer, “fichó” a 3.000 personas, e interrogó a 700. Las confesiones de buenos hombres le permitieron desmantelar una red de protectores y simpatizantes cátaros.

Entre 1245 y 1246, los inquisidores del tribunal de Toulouse, Jean de Saint-Pierre y Bernard de Caux, interrogaron a 5.000 personas, las cuales mencionaron o denunciaron a otras 10.000.

Después de la caída de Montségur en 1244, los cátaros y su jerarquía eclesiástica huyeron en masa a Italia y Catalunya. Otros se refugiaron en los castillos de Fenouillèdes.

Exterminio y aniquilación de cátaros
La Inquisición, por Joaquin Pinto (1842-1906). Banco Central Museum. Cuenca

En 1252 el papa Innocent IV superó en crueldad a todos los anteriores al autorizar la tortura para extraer confesiones. La Iglesia asumía la responsabilidad de las sentencias, mientras que dejaba al poder civil la ejecución de las mismas. No obstante, faltaba una justificación teológica: Tomás de Aquino se encargó de ello en su obra Summa Theologica, donde justificaba la muerte de herejes por el bien de la humanidad.

En 1226 había fallecido el vizconde Arnau de Castellbó, protector catalán de cátaros que había luchado junto al conde de Toulouse contra Simon de Montfort.

En 1269 el inquisidor general Pere de Cadireta, desenterró los restos de Arnau y los de su hija, y los quemó en el cementerio de Costoja (Vallespir). En 1277 o 1279, los habitantes de Castellbó lo apedrearon cerca del pueblo hasta causarle la muerte.

Exterminio y aniquilación de cátaros
Métodos de tortura utilizados por la Inquisición. 1854. A.: Sparry, C

A partir de 1270 la Inquisición en Occitania se transformó. Los inquisidores buscaban sobretodo confesiones, anotando únicamente los delitos de herejía y el nombre de los interrogados.

Entre 1283 y 1286, el inquisidor de Carcassonne Jean Galand desmanteló una red de cátaros. Más de 900 personas fueron denunciadas, entre las que había eclesiásticos, nobles y altos cargos de la ciudad. Los sospechosos fueron encarcelados sin juicio previo.

Pero la movilización de la sociedad civil en 1285, y la intervención del rey de Francia Philippe le Bel, consiguieron que Jean Galand fuese destituido y de esta forma se evitó la sublevación de la ciudad.

Sin embargo, en 1293, los excesos del nuevo inquisidor de Carcassonne, Nicolas d’Abbeville, provocaron, esta vez sí, la sublevación popular, dirigida en este caso por el monje franciscano Bernard Délicieux.

Albi también se rebeló contra su obispo Bernard de Castanet.

Todas estas revueltas fueron el reflejo de las tensiones existentes entre la realeza francesa y el papa: los dos poderes se disputaban la “dirección” de la persecución de herejes.

La corona francesa tomó las riendas de la Inquisición a partir de la llegada al poder del papa Clément V.

El nuevo inquisidor de Carcassonne (1303 1316), Geoffroy d’Ablis, consiguió apagar la rebelión popular que Bernard Délicieux había iniciado.

También consiguió desmantelar el último núcleo de cátaros y creyentes activos, organizado por los hermanos Autier desde el condado de Foix. Más información aquí.

Los dos inquisidores más populares por su crueldad fueron el obispo de Pamiers, inquisidor del tribunal de Carcassonne, Jacques Fournier; y Bernard Gui, inquisidor de Toulouse.

Después de la desaparición del catarismo, la Inquisición siguió «trabajando», pero esta vez dedicada a la caza de brujas, templarios, alquimistas, etc.

Resulta difícil explicar cómo una Iglesia que apela al Evangelio pudo quemar vivas a las personas que no aceptaban sus enseñanzas.

Últimas resistencias

Cobières | Occitania
Castell de Quéribus

Después del paréntesis de la Inquisición, retomamos el hilo de los acontecimientos en Occitania.

En 1240 Raymond Trencavel, se sublevó contra el invasor francés. Partiendo de Corbières, consiguió algunos éxitos iniciales (Limoux, Montréal, Montolieu y Saissac). Pero en octubre fracasó en su intento de reconquistar Carcassonne y tuvo que negociar la rendición en Montréal. A continuación, se retiró al Aragón con los restos de su ejército.

En respuesta al ataque de Raymond, los franceses, comandados por Jean de Beaumont, entraron en Fenouillèdes. El castillo de Peyrepertuse se rindió en noviembre.

Los cátaros y caballeros occitanos que no habían huido a Italia o Catalunya se refugiaron en 3 castillos: Quéribus, Puilaurens y Montségur.

La revuelta fallida de Raymond VII

Símbolo de la libertad Occitana
A.: Germain Demay. 1880

Raymond VII decidió en 1242 desquitarse de la humillación de Meaux. Se alió con los reyes de Castilla, Aragón-Catalunya, Navarra e Inglaterra (Henri III) además de numerosos vasallos, en contra del soberano francés Louis IX.

La orden de insurrección general en el Languedoc se dio en mayo. Ese mismo mes, dos inquisidores y su séquito fueron asesinados en Avignonet-Lauragais.

Al enterarse, Roma excomulgó a Raymond VII y todos sus aliados, entre los que figuraban el conde de Comminges y el de Rodez, Raymond Trencavel y Olivier de Termes.

Ante la sublevación organizada por Raymond VII, Louis IX reaccionó inmediatamente. En julio derrotó a Henri III de Inglaterra en la batalla de Saintes y Taillebourg. Después dirigió su mirada hacia Occitania. Los aliados de Raymond VII, catalanes e ingleses, optaron por la prudencia y se mantuvieron al margen. El conde de Foix también se retiró de la coalición.

En enero de 1243, en Lorris, Raymond VII clavó sus rodillas en tierra ante Louis IX, que le perdonó. Pero la Iglesia no hizo lo propio respecto a la matanza de inquisidores de Avignonet, y se marcó como objetivo destruir el castillo de Montségur, la “sinagoga de Satán”.

Montségur, último bastión de la Iglesia cátara

Imbert de Salles | caballero occitano | Proector de hombres buenos | Occitania
Castell de Montsegur

En mayo, las tropas dirigidas por el arzobispo de Narbonne, Pierre Amiel, y el senescal de Carcassonne, Hugues des Arcis, comenzaron el asedio de Montségur.

En Montségur se habían refugiado los dirigentes de la Iglesia cátara, los perfectos/as y los faydits que no habían huido a Lombardia o Catalunya.

Después de resistir casi un año, Montségur se rindió en marzo de 1244. Más de 200 cátaros murieron en la hoguera que se encendió al pie del castillo. Un crimen que hoy en día es recordado con una estela conmemorativa. Todos los detalles los encontraréis en castillo de Montségur [no disponible todavía].

En 1248 comenzó la 7ª cruzada en Tierra Santa, en la que participó el rey de Francia Louis IX y algunos de los señores occitanos más prestigiosos, como Raymond Trencavel y Olivier de Termes.

Quéribus o el fin de la guerra

castillo cátaro | Occitania
Castillo de Puilaurens

En 1255, Louis IX ordenó a su senescal en Carcassonne, Pierre Amiel, acabar con la resistencia de ese “nido de águilas” de les Corbières.

El castillo de Puilaurens cayó en junio, y el de Quéribus a finales de año, tras 9 meses de asedio.

Se trató de la última operación militar de una guerra que duró 45 años, y que costó la vida a más de 1.000.000 de personas. La caída de Quéribus marcó el final de la ocupación francesa de Occitania.

Más información en Chabert de Barbeira y castillo de Quéribus [no disponible todavía].

Tras la caída de Quéribus, los últimos cátaros se vieron obligados a buscar refugio en el Pirineo. Otros huyeron a Catalunya y Francia.

La nobleza occitana había entregado sus armas. Algunos señores se refugiaron en el extranjero. Otros siguieron a sus vencedores en las cruzadas en Tierra Santa.

La cruzada contra los cátaros, dirigida por el rey de Francia y amparada por la Iglesia de Roma, fue la primera cruzada contra cristianos en territorio cristiano. Dejó Occitania llena de cadáveres, bien por masacres bien por hogueras, para erradicar todo aquello que estuviese relacionado con la herejía cátara. La cruzada no acabó con el catarismo aunque sí aniquiló la sociedad occitana. De lo primero se encargaría después la Inquisición.

El tratado de Corbeil

Rey catalán, hijo de Pere II
Jaume I el Conqueridor. A.: Gonzalo Pérez. Museu Nacional d'Art de Catalunya

Mediante este tratado, firmado en 1258, el rey Jaume I renunció formalmente a la expansión catalana sobre Occitania. A cambio, el rey francés renunció a reclamar los condados catalanes que surgieron de la frontera carolingia (la Marca Hispánica).

Jaume I tuvo que renunciar a los castillos de Quéribus, Peyrepertuse, Fenouillet, Puilaurens y Aguilar, entre otros.

La frontera resultante del tratado de Corbeil se situó en la línea que separa hoy Corbières de Fenouillèdes, y permaneció fija hasta el Tratado de los Pirineos (1659), firmado entre Francia y Castilla, en el que Catalunya perdió el Rosselló, el Conflent, el Capcir, el Vallespir y la mitad de la Cerdanya.

Los últimos cátaros de Occitania

refugio para los últimos cátaros
Una de las tres entradas a la gruta des Églises, muy cerca de Ussat-les-Bains. A.: JYB Devot

En cuanto al catarismo, estaba moribundo. Sus últimos seguidores fueron perseguidos sin descanso. Se refugiaron en cuevas del Sabarthès (consultad Ussat-les-Bains) y bosques del Pirineo, o bien se exiliaron en España e Italia. La lenta agonía de los “verdaderos cristianos” duró más de un siglo, como veremos a continuación.

Lo poco que quedaba de la Iglesia cátara occitana, guiada por los obispos cátaros Bernard Olieu y Guillaume Pierre, se refugió junto a sus homólogos italianos en Sirmione, una fortaleza italiana en el lago de Garde.

Pero en 1276, los más afortunados consiguieron regresar a Occitania después de que Sirmione fuese ocupada por el obispo de Verona.

Peire Authié, el último predicador activo en Occitania

A principios del s. XIV, Pierre Authié intentó reintroducir la fe cátara en Occitania. Tras un inicio exitoso, la Inquisición lo apresó y lo quemó en Toulouse, el 9 de abril de 1310.

Encontraréis todos los detalles de los hermanos Authié aquí.

Guillaume Bélibaste, el último perfecto

Lugar donde fue asesinado el último perfecto cátaro
Castillo de Villerouge-Termenès. A.: José Manuel Mota

En 1321 el último perfecto cátaro del que se tiene noticia, Guillaume Bélibaste, murió en la hoguera en Villerouge-Termenès.

Para capturarlo mientras residía en Catalunya, la Inquisición desarrolló una estrategia maquiavélica. Todos los detalles aquí.

En 1325, un creyente cátaro de Tarascon-sur-Ariège, Guillelme Tournié, murió en la hoguera en Carcassonne por orden del inquisidor Jean Duprat.

En 1329, en Albi, se encendió la última hoguera en la que murieron cátaros: Isarn Raynaud de Albi, Adam Baudet de Cordes, Raymonde Arrufat de Narbonne, y Guillaume Serre, perecieron en la misma. Guillaume tenía más de 80 años y llevaba más de 20 en la cárcel.

Despedida

Este artículo es el resultado de muchas horas de estudio y lectura. Espero que haya servido para ampliar tus conocimientos sobre esta tragedia de la Edad Media.

Me gustaría que hicieras algún comentario al final del artículo, o que lo compartas en alguna red social.

Si quieres ampliar información sobre algún punto en concreto, ponte en contacto con nosotros aquí.

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ANEXO: El catarismo en otras partes de Europa

Este artículo se ha centrado en el catarismo en Occitania, donde su implantación fue más fuerte. Sin embargo, los cátaros también fueron perseguidos en otras partes de Europa.

Francia

Francia reprimió el catarismo muy pronto: en Orléans, en 1022, 10 canónigos cátaros murieron en la hoguera. El catarismo nunca llegó a implantarse en Francia, aunque sí lo hizo en tierras occitanas. La razón básica fue la diferencia entre la nobleza de ambos territorios.

Otros pueblos de Francia donde se encendieron hogueras fueron:

• Dormans [Marne]: dos cátaros perecieron en 1114.
• Beçanson [Doubs]: dos más en 1163.
• Val-d’Ecouen [Île-de-France]: siete en 1167.
• Reims [Marne]: una chica hacia 1180.
• Troyes [Aube]: ocho perfectos en 1200.
• Nevers [Nièvre]: uno en 1201.
• Braine [Aisme]: un número indeterminado de perfectos en 1204.
• Auxerre [Yonne]: uno en 1211.
• Châlons-en-Champagne [Marne]: un número indeterminado en 1234.
• Charité-sur-Loir [Nièvre]: varias ejecuciones entre 1199 y 1222, y en 1235.

 

Ante tanta represión, los cátaros acabaron refugiándose en Mont-Wimer (commune de Bergère-les-Vertus) [Marne]. El pueblo fue asediado, y el 13 de mayo de 1239, 184 cátaros, incluido su obispo, fueron quemados delante de la muchedumbre.

Flandes

En Flandes los cátaros se establecieron en Arras y alrededores.

En Lieja, un número indeterminado cátaros murió en la hoguera en 1135.

Un número indeterminado de cátaros también fueron asesinados en Arras entre 1172 y 1182. Cambrai también fue testigo de la quema de cátaros en 1217.

Entre 1235 y 1236, Robert le Bougre dirigió una terrible represión contra todos los cátaros que encontró en Péronne, Heudicourt, Cambrai, Doual y Lille. Al menos 60 personas murieron en la hoguera. Robert de Bougre era perfecto cátaro antes de “venderse” a la Inquisición. Todo un personaje.

Alemania e Inglaterra

En Alemania un número indeterminado de cátaros murieron en la hoguera en Colonia (en 1143 y 1163), Estrasburgo (diez ejecuciones en 1211, y dos en 1232), Hildesheim, Erfurt y Trèves.

En Inglaterra el catarismo tuvo una baja implantación. En 1165 30 cátaros alemanes que predicaban fueron arrestados y acabaron muriendo de hambre y frío en las mazmorras. Un cátaro de Albi fue quemado en Londres en 1210, y un número indeterminado en York en 1190.

Italia

Italia fue el país de mayor implantación cátara después de Occitania.

Desde el s. XII cátaros habitaban en Italia, país que en aquella época estaba dividido entre los partidarios del papa y los del emperador de Alemania. Éste último será un protector de cátaros.

Después de la caída de Montségur, muchos cátaros occitanos se refugiaron en Italia. En ese momento, la iglesia cátara italiana estaba estructurada en seis obispados: Concorezzo (Milán), Desenzano (Brescia), Vicence, Mantoue, Florence y Spolete.

La primera hoguera de la que se tiene conocimiento se encendió en Florencia en 1200.

Entre 1237 y 1268, el norte de Italia estuvo en manos del emperador alemán, lo que favoreció la creación de una iglesia cátara en el exilio, tutelada por el obispo cátaro de Toulouse. Su bases de operaciones fueron Coni y Verona. Los cátaros tuvieron 30 años de paz relativa, que pronto finalizó.

En los años 1230, el papa y sus secuaces se cebaron con los cátaros. Muchos de ellos murieron en la hoguera:

• En Milán, en 1230
• 60 en Verona, en 1233
• En Pisa, en 1239
• En Florencia, en 1243 y 1245
• En Padua, en 1255
• En Vicence, en 1258
• En Plaisance, en 1268
• En Crémone, en 1270

 

Sirmione, una fortaleza italiana en el lago de Garde, donde muchos cátaros italianos y occitanos habían encontrado refugio, fue ocupada en 1276 por orden del inquisidor franciscano Fra Timidio, obispo de Verona.

El 13 de febrero de 1278, 200 perfectos huidos de Occitania murieron en la hoguera en Verona. Los cátaros occitanos y franceses que consiguieron escapar regresaron a Occitania.

Poco a poco el catarismo se fue apagando en Italia: los últimos perfectos cátaros perecieron en las hogueras de Bolonia (1299) y Val-d’Arno (1320).

El genocidio de la Iglesia duró más de un siglo.

Bibliografía

Le vrai visage du catharisme, Anne Brenon.

Chatares, la contre-enquête, Anne Brenon.

Le Pays Cathare, Jean-Luc Aubarbier. Michel Binet.

– Càtars i trobadors, Xavier Escura i Dalmau. Francesc Riart i Jou. Oriol Garcia i Quera

Pyrénées Histoire. Cathares. 1209-1321 Il était une foi. 2015.

Pyrénées Histoire. Cathares. Les insoumis du Languedoc. 2020.

La mitología cátara, Jesús Ávila Granados.

Crónica dels càtars, Xavier Escura.

Atlas dels càtars, Dir. Jesús Mestre i Campi.

Sapiens. A brief history of human kind. Yuval Noah Harari.


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Fundador de Occitania Tours, guía de montaña y BTT, diplomado en Informática y MBA. Apasionado de la Edad Media y la 2ª Guerra Mundial. ¿Sabías que en Occitania, Francia, se esconden magníficos lugares cargados de historia, difíciles de descubrir para la mayoría de los amantes de la montaña y la bicicleta? Miguel crea viajes para que puedas conocerlos.

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